El Niño ha exacerbado los efectos de una grave sequía en el sur de África. La estación de lluvias ha sido la más seca en 35 años. Los agricultores y agricultoras han tenido que retrasar la siembra o, en algunos casos ni siquiera han podido sembrar, porque las lluvias han llegado demasiado tarde. Ahora, el periodo para sembrar cultivos de secano que prosperen casi ha terminado. Para muchas comunidades de toda la región, las predicciones que anuncian un tiempo caluroso y seco suponen otra cosecha de maíz malograda. El principal productor de maíz de la región, Sudáfrica, prevé una disminución del 36% en la cosecha con respecto a la media de los últimos cinco años. En 2014-2015, la producción de cereal disminuyó un 23% en la región debido a la sequía, lo que la sumió en una situación de gran fragilidad y a sus habitantes en una situación de elevada vulnerabilidad. La escasez de alimentos también ha supuesto un aumento desorbitado de los precios: a principios de 2016, tanto en Sudáfrica como en Malawi el maíz alcanzó un precio récord. Actualmente, más de 14 millones de personas padecen inseguridad alimentaria en la región y se prevé que esta cifra aumente. En Sudáfrica, donde ya hay cerca de 14 millones de personas afectadas más, el Gobierno está tratando de gestionar la situación y aún no ha solicitado ayuda.
América Central se enfrenta a una de las sequías más graves de su historia que ya dura tres años y está siendo exacerbada por los efectos del fenómeno El Niño de 2015. La inseguridad alimentaria de la población campesina y los pequeños agricultores continúa empeorando en diversas áreas de América Central, el Caribe y las zonas montañosas de América del Sur. Las cosechas son escasas y de baja calidad. Las comunidades del denominado "corredor seco" de Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador son las más perjudicadas: cerca de 3,5 millones de personas tienen graves dificultades para acceder a alimentos básicos. Los hogares más pobres son los más afectados. Muchas personas padecerán una grave desnutrición al menos hasta la próxima cosecha de agosto.
En Asia es probable que el fenómeno El Niño provoque más sequías y patrones de lluvia inusuales, creando las condiciones idóneas para desencadenar graves incendios. Las lluvias durante la época del monzón han sido escasas. El Niño agrava muchos de los problemas a los que las comunidades deben hacer frente como consecuencia del cambio climático. El pasado año, en Indonesia la sequía afectó a millones de personas y agravó importantes incendios que calcinaron más de dos millones de hectáreas de bosque. El humo afectó a cerca de 43 millones de personas, la mitad de las cuales sufrió infecciones respiratorias. De forma similar, en Filipinas los efectos de El Niño perjudicaron a 65.000 agricultores y dañaron 32.000 hectáreas de cultivo de arroz. Actualmente los desastres aún no son inevitables pero, tal y como demuestra la reciente declaración de "estado de calamidad" del Gobierno de Filipinas en tres provincias, el tiempo para actuar y evitar una grave emergencia humanitaria se está acabando.
Los habitantes de Papúa Nueva Guinea precisan de apoyo urgente y se requiere un seguimiento exhaustivo de la situación. Hasta 4,3 millones de personas padecen hambre, pobreza y enfermedades a consecuencia de las sequías, las lluvias erráticas y las heladas relacionadas con el fenómeno El Niño. El "súper" El Niño que se produjo en 1997-1998 provocó una grave sequía, importantes pérdidas en las cosechas y grandes adversidades en muchas áreas del Pacífico. Se espera que este año los efectos de El Niño, unidos a temperaturas récord y la escasa producción agrícola de 2014, sean mucho peores.